viernes, 14 de junio de 2013
En estos días el bullicio escolar se aprecia por todos lados. Últimos exámenes,
preparativos para los actos de graduaciones y actos de fin de curso, viajes…
Profesores y profesoras, familias, hijos/as,
padres y madres, se apresuran para terminar con más o menos suerte, con mejores
o peores resultados, un curso escolar marcado por la incertidumbre, por la
preocupación… y, sobre todo, por la irresponsabilidad de algunas políticas y
algunos políticos.
Pero en medio de toda esta intensa vida escolar en
la que la comunidad educativa se dedica por completo a conseguir un buen punto
final al curso, las noticias que llegan un día tras otro, son muy
desalentadoras.
Profesores/as de Universidades que abandonan sus
centros y que se marchan fuera de España. Interinos que no se volverán a
contratar, profesores/as de apoyo que no llegarán el próximo curso y alumnos
que -¡y esta es la gran tragedia!- no podrán seguir cursando estudios superiores.
Y lo que aún abunda en el desastre es que muchos/as que ya están en la universidad
tendrán que dejarla.
Oír a algunos rectores de Universidades hablar de
que en su campus tienen 300 casos con serias dificultades para continuar, no es
nada extraño… hoy mismo lo hemos escuchado.
Esto es un drama social y político de consecuencias
incalculables. Parece mentira que algunos puedan llamarse políticos (servidores
del ciudadano y del pueblo) y no sean capaces de preveer el futuro al que
abocarán a España con una Ley sencillamente desastrosa (ni un solo estamento
público o privado de la enseñanza la ha apoyado) por la que sumirán a España en
un futuro de jóvenes sin estudios y sin preparación.
El recorte de casi 20.000 becas para Andalucía,
hará que muchos padres y madres nos empecemos a preocupar por el futuro de
nuestros hijos/as.
No será cierta esa cantinela de que se trata de
igualdad de oportunidades. Es falsa totalmente.
Dos niños o niñas, chico o chica, de familia
humilde, si tienen un pequeño tropiezo, algún suspenso, no podrán acceder a la
beca. Uno/a de familia acomodada podrá suspender lo que quiera por que siempre
estudiará y seguirá adelante. No necesitan beca ni necesitarán ser buenos/as
alumnos/as para terminar la carrera que quieran hacer. Las desigualdades, por
tanto, aumentan por momentos en la
enseñanza.
Tenemos una hija y nos preocupa mucho su futuro. No
podrá distraerse ni un solo momento y tendrá que esforzar el triple que otras
niñas y niños que podrán estudiar, con mínimo esfuerzo, como el que se pasea
por la puerta de su casa. A día de hoy no sé si le podré costear sus estudios…
y como quien esto escribe, un montón de padres, madres y de familias enteras.
La “espada de Damocles” sobre los pocos becarios/as
que tengamos, será la de las épocas del franquismo y los tiempos más duros,
donde en nuestro pueblo estudiaban dos personas y con becas, por caridad, que
se daban en el Ayuntamiento como si se tratase de un acto de magnanimidad
impresionante, volverán.
No podemos quedarnos parados, y los padres que
tenemos hijos o hijas a los que pronto se nos planteará el dilema de si realizan
o no estudios superiores, tendríamos que manifestar de la forma más contundente
nuestro inconformismo y nuestro desacuerdo.
Y lo que es peor mucho me temo que las niñas se
quedarán relegadas en muchas familias ante otros hermanos que sean chicos…todos
no podrán estudiar y probablemente los padres de manera consciente o
inconsciente elegirán a los hijos… la mujer retrocederá de forma descomunal.
Da miedo pensar qué retrato de España podemos tener
dentro de diez años: los profesores/as más valiosos/as en el extranjero y solo
una élite de jóvenes acomodados podrán obtener sus licenciaturas, los demás se
verán relegados a la situación económica de sus familias…luego la igualdad de
oportunidades y los principios constitucionales saltan desde ya mismo por los
aires….
Quien ha hecho esta nefasta Ley de Educación ya se
ha cuidado muy mucho de componer un Tribunal Constitucional blindado ante
cualquier recurso de naturaleza contraria a las Leyes que ellos aprueban, tan
importantes y todas sin consenso. Una vez más tendremos que dejarlo todo en
manos de los y las votantes y de las urnas… y en cuanto se pueda volver a
cambiar lo que se acaba de hacer. Así no se construye el futuro de una Nación…
que hoy por hoy no podemos augurar como brillante.
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