sábado, 12 de diciembre de 2009
Su imagen se encuentra muy ligada a Castellar: la escultura en hornacina que preside la entrada a la Colegiata de Santiago es un fiel reflejo de una parte importante de nuestra cultura.
Desde que en el siglo XVII fue colocada esta escultura, ha presenciado la vida diaria de nuestro pueblo durante décadas y ha protagonizado las principales portadas fotográficas del entorno castellariego.
Pero, ¿quién era Santiago “Matamoros”?. A pesar de su apellido, tan socialmente incorrecto, se trata del mismo Apóstol Santiago con aires luchadores. Las representaciones de Santiago son diversas y variadas. Hemos escuchado hablar de él, principalmente como Apóstol, también como peregrino pero creo que, mucho menos, como caballero.
Su origen se sitúa en la Batalla de Clavijo, allá por el año 844, bajo el mandato de Ramiro I, rey de Asturias. El emir de Córdoba, Abdeoramán II, reclamó a Ramiro I el tributo de cien doncellas (cincuenta hidalgas y cincuenta plebeyas), que debían ser entregadas por los cristianos a los musulmanes por promesa del Rey Manregato, antecesor de Ramiro I. Este se negó y llegó la guerra, donde fue batido.
Días después, en su descanso, tuvo un sueño donde aparecía el Apóstol Santiago animándole a seguir luchando, asegurándole que vencería ya que contaría con la ayuda del Apóstol apareciéndose a él y a sus tropas montando un caballo blanco y con una bandera blanca en la mano. Por tanto, Ramiro I accedió a la lucha y en pleno combate se aparece visiblemente el Apóstol, como había ofrecido, y tiene lugar uno de los más notables episodios de la Reconquista, la Batalla de Clavijo. En agradecimiento, Ramiro I establece el “Voto de Santiago” en la Iglesia de Compostela, ofreciendo la cosecha y la vendimia.
A partir de ese momento, Santiago aparece en varias batallas, como en el 956 en la de Piedrahita, contra el Rey Almanzor. También se dice que el Apóstol Santiago se apareció a Ruy Díaz de Vivar en el Reino de Valencia, donde murieron 22 reyes moros. También a Alfonso VIII en la Batalla de las Navas de Tolosa, en el año 1.212.
Por todo, la devoción de los españoles a Santiago iba en aumento al igual que las victorias en las batallas donde veían, o creían ver, al Apóstol cabalgando su caballo blanco.
Los elogios de los Reyes Católicos hacia su persona eran frecuentes: “Santiago, luz o espejo de las Españas, Patrón e Guiador…”.
Desde que en el siglo XVII fue colocada esta escultura, ha presenciado la vida diaria de nuestro pueblo durante décadas y ha protagonizado las principales portadas fotográficas del entorno castellariego.
Pero, ¿quién era Santiago “Matamoros”?. A pesar de su apellido, tan socialmente incorrecto, se trata del mismo Apóstol Santiago con aires luchadores. Las representaciones de Santiago son diversas y variadas. Hemos escuchado hablar de él, principalmente como Apóstol, también como peregrino pero creo que, mucho menos, como caballero.
Su origen se sitúa en la Batalla de Clavijo, allá por el año 844, bajo el mandato de Ramiro I, rey de Asturias. El emir de Córdoba, Abdeoramán II, reclamó a Ramiro I el tributo de cien doncellas (cincuenta hidalgas y cincuenta plebeyas), que debían ser entregadas por los cristianos a los musulmanes por promesa del Rey Manregato, antecesor de Ramiro I. Este se negó y llegó la guerra, donde fue batido.
Días después, en su descanso, tuvo un sueño donde aparecía el Apóstol Santiago animándole a seguir luchando, asegurándole que vencería ya que contaría con la ayuda del Apóstol apareciéndose a él y a sus tropas montando un caballo blanco y con una bandera blanca en la mano. Por tanto, Ramiro I accedió a la lucha y en pleno combate se aparece visiblemente el Apóstol, como había ofrecido, y tiene lugar uno de los más notables episodios de la Reconquista, la Batalla de Clavijo. En agradecimiento, Ramiro I establece el “Voto de Santiago” en la Iglesia de Compostela, ofreciendo la cosecha y la vendimia.
A partir de ese momento, Santiago aparece en varias batallas, como en el 956 en la de Piedrahita, contra el Rey Almanzor. También se dice que el Apóstol Santiago se apareció a Ruy Díaz de Vivar en el Reino de Valencia, donde murieron 22 reyes moros. También a Alfonso VIII en la Batalla de las Navas de Tolosa, en el año 1.212.
Por todo, la devoción de los españoles a Santiago iba en aumento al igual que las victorias en las batallas donde veían, o creían ver, al Apóstol cabalgando su caballo blanco.
Los elogios de los Reyes Católicos hacia su persona eran frecuentes: “Santiago, luz o espejo de las Españas, Patrón e Guiador…”.
“¡¡Santiago!!” fue el grito que lanzó el ejército cristiano cuando, el 2 de enero de 1.492, Alonso de Cárdenas desplegó el “Pendón Glorioso de la Orden de Santiago” desde las torres de la Alhambra al conquistar Granada.
Santiago también llegó a América y “ayudó” en el descubrimiento: una gran masa de indios pone en apuros a Hernán Cortés, pero invocando a Santiago, éste le ayudó a derrotarlos, confesando éstos después que “no podían defenderse de uno que peleaba sobre un caballo blanco”.
Ya, en el siglo XVI, la figura del “Caballero-Apóstol” adquiere gran relevancia con las múltiples representaciones del Santo Patrón de España sobre su caballo blanco, en la lucha “contra los infieles”, alcanzando una gran difusión escultórica, pictórica, orfebre, etc.
Desde el siglo XVII, la portada de nuestra Colegiata de Santiago está presidida por una escultura batalladora y victoriosa. Bien sea por su historia, por su leyenda o por su significado, el responsable de que esta escultura ocupe un lugar privilegiado en nuestro pueblo y en nuestra cultura, debemos agradecérselo a Don Mendo de Benavides, fiel responsable de que hoy podamos comentar esta historia, la historia del “Caballero-Apóstol Santiago”.
2 comentarios:
Es interesante conocer el significado de la escultura de Santiago en la colegiata. Gracias una vez mas por tu apoyo a la informacion, cultura y costumbres de Castellar.
Es la primera vez ke visito este blog y la verdad es ke me ha impactado la cantidad de informacion de mi pueblo. Un buen trabajo sobre todo para los ke vivimos fuera. Gracias al blogero aunque no lo conozca.
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