INTOLERANCIA Y VANDALISMO

martes, 4 de mayo de 2010

En mi opinión, creo que una de las definiciones más exactas al término “intolerancia” podría ser la siguiente:

“Cuando los humanos tenemos el defecto de mirar la pajilla en ojos ajenos…, suelen convertirse en esos perfeccionistas imperfectos que no toleran la conducta de sus semejantes. La intolerancia es esa incapacidad que tienen ciertas personas para tolerar lo que no sea de su agrado, y suele convertirse en la manía de odiar y rechazar las actitudes de aquellos que no sean compatibles con su forma de ser”.

Ya hubo un historiador británico el cual vaticinaba que el siglo XXI iba a ser el siglo de las grandes intolerancias. Cada día que pasa, nos damos cuenta del gran acierto de este historiador con respecto a este "movimiento social".

Y, ni mucho menos, quiero llegar a expresar con ello que todos seamos intolerantes en ciertos aspectos de la vida, la suerte es que todavía esta intolerancia está limitada aunque, eso sí, parece que va en aumento.

Con todo me gustaría dirigirme exclusivamente a esa misma situación pero en nuestro entorno más cercano: el ámbito local.

Recientemente han aparecido diversas pintadas en varios lugares de nuestro pueblo, pintadas en las cuales predomina el insulto hacia diversas personas relacionadas con el entorno político de Castellar y sus familiares. A partir de aquí, se le puede dar más o menos importancia al asunto, según la reacción de la persona o personas a las que van dirigidas, y os puedo asegurar que esa reacción no es, para nada, preocupante ni temerosa, sino que puede ser considerada como un acto vandálico más de los tantos que existen a diario y, además, teniendo en cuenta que la política acarrea este tipo de circunstancias, para nada  gratificantes y, porqué no decirlo, con un toque de electoralismo puro y duro.

Mi visión sobre estas pintadas la sitúo dentro de esa intolerancia y dentro también de esa preocupación evidente por el conjunto de daños materiales que son ocasionados constantemente en Castellar y, los cuales, no acabo de emplazarlos como “razones políticas, personales, sociales,…” ni tampoco como un “gamberrismo exacerbado”, eso sí, que causa un gasto (el cual desembolsamos todos) totalmente innecesario y de cuantías económicas considerables.

Como ejemplos podríamos poner muchos, quizás demasiados, en los que las prácticas de comportamiento cívico y social dejan mucho que desear y donde ese daño a los demás o a las cosas se representa a través de la violencia en casi todos los casos, algo que no hace bien a nadie, ni a las mismas personas que los causan, aunque estas personas piensen lo contrario.

Y, ¿a quién podríamos culpar de ello? ¿a los políticos?, ¿a los padres?, ¿a los jóvenes?, ¿a las fuerzas de seguridad?, ¿al alcohol y las drogas?, ¿a todo en conjunto?…Ciertamente lo desconozco. Pero lo cierto es que el comportamiento es la imagen de cada uno y ya sabéis que siempre "una imagen vale más que mil palabras". Solamente nos queda esperar que algún día todo esto cambie (indistintamente del partido político que gobierne):